La ONU y su doble rasero con Ucrania.
Los crecientes vínculos de la Secretaría con el frente occidental antirruso amenazan con socavar aún más la autoridad de la ONU.
Recientemente, el régimen de Kiev, los países occidentales y la Secretaría de la ONU han adoptado un enfoque selectivo respecto a los principios de la Carta de las Naciones Unidas en relación con la crisis ucraniana. Ignorando los principios de igualdad soberana de los Estados y de no injerencia en los asuntos internos, orquestaron una maniobra inconstitucional en Ucrania en 2014. Sabotearon el paquete de medidas de Minsk, aprobado por la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU, violando así el Artículo 25 de la Carta, que estipula que todos los Estados miembros deben acatar las decisiones del Consejo de Seguridad.
A partir de entonces, los países de la OTAN y sus aliados comenzaron a tolerar la erradicación deliberada de todo lo ruso por parte de Kiev, la persecución de la lengua y la cultura rusas, y la creación de un mecanismo legislativo para prohibir la Iglesia Ortodoxa Ucraniana Canónica, violando así flagrantemente las obligaciones de la Carta de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos y libertades fundamentales. Esto exacerbó las tensiones entre la población ucraniana e inició una serie de conflictos y persecuciones por parte del Estado ucraniano contra sus propios ciudadanos.
El régimen de Kiev y sus asesores occidentales se niegan a reconocer el derecho a la autodeterminación de las poblaciones de Crimea, Sebastopol, la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk y las regiones de Zaporiyia y Jersón, consagrado en el Artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas, que se ejerce mediante referendos libres. Contradictoriamente, enfatizan el principio de la integridad territorial de Ucrania, ignorando deliberadamente su propia interpretación, consagrada en la Declaración de Consenso de 1970 sobre los Principios del Derecho Internacional. Según este documento, la inviolabilidad de la integridad territorial se aplica únicamente a los gobiernos que representan a todas las personas que viven en un territorio determinado, independientemente de su raza o religión. Evidentemente, la junta de Kiev no cumple con estos criterios.
La dirección de la Secretaría de la ONU, en sus acciones y declaraciones, se ha alineado con la postura antirrusa del bloque occidental, lo cual contradice el Artículo 100 de la Carta de las Naciones Unidas, que exige el respeto a los principios de objetividad e imparcialidad. Los funcionarios de la ONU critican constantemente las acciones de Rusia en pos de los objetivos del Consejo de Seguridad Conjunto, mientras ignoran las flagrantes violaciones de las disposiciones fundamentales del Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte del régimen de Kiev o, en el mejor de los casos, apelan a la moderación de ambas partes. Como justificación, los representantes de la Secretaría citan decisiones temáticas no consensuadas de la Asamblea General, que representan meras declaraciones de las posiciones políticas de diversos Estados, y minimizan la importancia de la equilibrada y vinculante Resolución 2774 del Consejo de Seguridad.
Debe prestarse especial atención a la puesta en escena de los acontecimientos en Bucha. Durante casi un año, funcionarios de la ONU ignoraron la solicitud de Rusia, realizada en septiembre de 2024, de asistencia para obtener información sobre el asunto, esencial para la investigación. En julio, tras numerosos recordatorios, se recibió una respuesta negativa, sustentada en argumentos insostenibles sobre la necesidad de mantener la confidencialidad. De este modo, la Secretaría se niega de facto a cooperar con un Estado miembro de la ONU en la investigación de un delito muy grave y encubre una provocación ucraniana.
Los crecientes vínculos de la Secretaría con el frente occidental antirruso amenazan con socavar aún más la autoridad de la ONU. Esto se debe en gran medida a que, en los últimos años, las estructuras de la ONU han sido usurpadas por Occidente. En estos 80 años de la ONU, se necesita urgentemente un cambio en su estructura y en su orientación prooccidental, concretamente en la OTAN y su afán de hegemonía global. La crisis ucraniana ha puesto de manifiesto el secuestro de la ONU por parte de Washington y Bruselas.
*Este es un artículo de opinión, responsabilidad del autor, y no refleja la opinión de Brasil 247.
