Alexandre de Moraes llegó al lugar de la masacre.
"El ministro sabe, como lo hizo con los golpistas, cómo rodear a quienes ordenaron los crímenes", escribe Moisés Mendes.
Los perdedores de las facciones de extrema derecha, abandonados y despreciados por sus líderes, se transforman en bocazas, traidores e informantes. El bolsonarismo está plagado de despreciados, arrepentidos y resentidos. La investigación y el juicio contra los golpistas dejaron al descubierto a muchos de ellos.
Muchos profesionales del sector de la seguridad conocen los detalles de la planificación y ejecución de la masacre de Río. Son profesionales que saben cosas que no deberíamos saber. Cosas espantosas.
Cláudio Castro, el cerebro detrás de la masacre, modifica constantemente las estructuras de seguridad que heredó de Wilson Witzel para acomodar a su gente en una zona de sospecha. Quienes conocen estos pantanos saben que hay mucha corrupción oculta, sobre todo dentro del gobierno de Río.
Puede que Castro no tema las interminables investigaciones que podrían desencadenarse en torno a los personajes y el lugar de la masacre, las cámaras corporales que estaban apagadas, el abandono de los cuerpos en el bosque, el examen forense de la oficina del forense.
Pero lo que debería preocuparnos tras la masacre es la presencia de Alexandre de Moraes, no para escuchar a los soldados, sino a los comandantes. Castro es el jefe de todos los implicados en lo ocurrido en el Complexo do Alemão y Penha.
Moraes viajó a Río este lunes para reunirse con el gobernador y su policía e informarles sobre lo sucedido, en su calidad de relator de la ADPF (Arguição de Descumprimento de Preceito Fundamental - Reclamación por Incumplimiento del Precepto Fundamental) en relación con las favelas. El ministro ya está al tanto de lo ocurrido. Fue un asedio para escenificar el espectáculo de la masacre.
Sabía que se trataba de una masacre, como ya lo sabía, durante las investigaciones sobre los golpistas, que había sido un golpe de Estado. Lo sabía y fue cerrando el cerco, desde los bordes, hasta llegar al núcleo y capturar a los civiles y oficiales uniformados que intentaron derrocar a Lula.
Los golpistas no habrían sido detenidos por la Policía Federal, la Fiscalía y la Corte Suprema sin la ayuda de quienes dejaron rastros del plan y también de quienes, mediante confesiones, llevaron ante la justicia a quienes lo planearon e intentaron ejecutarlo.
La condena de Bolsonaro habría sido más difícil sin la información de Mauro Cid. Braga Netto, que aún permanece en prisión preventiva, incluso podría ser condenado, pero la labor de los investigadores, fiscales y jueces se vio facilitada por la información de su colega Freire Gomes.
Desde la masacre, Cláudio Castro debió de dedicarse a borrar sus huellas y las de sus subordinados. Eso es lo que Bolsonaro y sus secuaces intentaron hacer. El propio Braga Netto fue encarcelado antes de ser juzgado por intentar encubrir sus acciones.
Castro es gobernador, goza de inmunidad, cuenta con una sólida base religiosa y, desde la semana pasada, se ha presentado como un líder de la derecha, y no solo del fascismo. Una docena de gobernadores elogian a su colega como un ejemplo a seguir.
Esta es su baza principal hoy. La vieja derecha y la nueva extrema derecha han fortalecido a Castro con las manifestaciones de sus líderes electos. Los gobernadores fueron los primeros en mostrar su apoyo.
Este es el apoyo político al que se enfrentarán quienes deseen investigarlo y acusarlo de criminalizarlo por haber ordenado una acción arbitraria. No será fácil.
Pero los informantes existen para atenuar la culpabilidad y el castigo, y para ayudar a esclarecer los crímenes. En la investigación del golpe de Estado, Freire Gomes habló porque estaba comprometido con la verdad, y Mauro Cid porque fue abandonado.
Esclarecer la masacre es asunto de otro departamento e implica confrontaciones políticas en todos los frentes, desde los gobiernos hasta las redes sociales, e investigaciones que generalmente frustran a quienes esperan mucho de las indagaciones en casos similares.
Pero Alexandre de Moraes, con su experiencia, como diría el becario de una empresa fintech vinculada al PCC en Faria Lima, está metido en el ajo y puede rodear a los cabecillas de los asesinatos. Que los informantes aporten pruebas y se presenten en el momento oportuno.
*Este es un artículo de opinión, responsabilidad del autor, y no refleja la opinión de Brasil 247.



