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Sara York

Sara Wagner York (también conocida como Sara Wagner Pimenta Gonçalves Júnior) es licenciada en Periodismo, doctora en Educación y licenciada en Literatura (Inglés, Pedagogía y Literatura Vernácula). Se especializa en Educación, Género y Sexualidad y es autora del primer artículo académico sobre cuotas para personas trans en Brasil, desarrollado durante su maestría. Padre y abuela, es reconocida como la primera mujer trans en presentar periodismo brasileño en TV 247.

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El evangelio de la bala

Por qué la educación es el único antídoto contra la fe que mata en Río.

Cuerpos de las personas asesinadas por la policía en una masacre en Río de Janeiro - 29 de octubre de 2025 (Foto: REUTERS/Ricardo Moraes)

De vuelta en Maceió, ciudad que siempre me recibe con cariño, es una alegría poder sumergirme en un debate de tanta relevancia histórica y social. Estoy aquí para el IX Encuentro Nacional del NESEM (Centro para la Esclavitud y la Sociedad en la Era Moderna), integrado en la XI Bienal Internacional del Libro de Alagoas. El evento, dirigido por el historiador Gian Carlo de Melo, es más que un encuentro académico: es un espacio para reflexionar sobre los legados que estructuran nuestras desigualdades. Es en la intersección de la historia, los libros y el pensamiento crítico donde aún podemos imaginar un país posible.

Y es desde este lugar —entre el pasado y la urgencia del presente— que dirijo mi mirada a Río de Janeiro, ciudad fundada bajo el signo de la retórica y el espectáculo. Fue la francesa Jane Catulle Mendès quien, en 1911, nos dio el epíteto de «Ciudad Maravillosa», cautivada por un Río efervescente donde mujeres como Júlia Lopes de Almeida y las fundadoras del Partido Republicano Femenino lucharon por ser escuchadas y reconocidas.

Hoy, sin embargo, esa imagen está hecha añicos. El espejo de la «ciudad maravillosa» refleja sangre. Lo que vemos es un currículo de muerte, legitimado por una retórica religiosa y punitiva que transforma el exterminio en política pública y la fe en justificación moral.

"En nombre del Padre" y protección política

Tras la operación policial más sangrienta de la historia reciente —con más de 120 muertos en las favelas de Penha y Alemão—, el gobernador Cláudio Castro, el cristiano que gobierna «en nombre del Padre», contó con el amplio respaldo de sus pares. Tarcísio de Freitas (São Paulo) y Romeu Zema (Minas Gerais) se apresuraron a apoyar la masacre, reforzando así el dogma de que la única respuesta a la violencia es el endurecimiento de la represión.

Esta postura es peligrosa porque transforma la fuerza en fe. La seguridad pública se convierte en una liturgia y la bala, en un sacramento. El «Evangelio de la Bala» se impone como doctrina estatal, donde el crimen es pecado y el castigo, redención.

Pero la crítica feminista y social nos enseña que las soluciones fáciles son las más crueles: cuestan la vida de personas negras, comunidades marginadas y jóvenes, y siempre fracasan. La violencia no surge de la falta de fe, sino del fracaso sistémico del Estado y de la imaginación política.

Catulle Mendès y los pioneros de 1911 ya lo sabían: la vida pública se transforma mediante la lucha y el reconocimiento. Y la única herramienta capaz de desarmar el «evangelio de la bala» es la educación, entendida no como adoctrinamiento, sino como un acto de emancipación.

Una educación feminista y social es la respuesta más estratégica y humana a esta era de fundamentalismo.

La educación es prevención feminista: combatir el abandono escolar significa alejar a los jóvenes de la trata de personas. Una educación integral es una política de autonomía y futuro.

La educación es una economía sostenible: la escolarización abre las puertas al empleo formal y rompe el vínculo entre la pobreza y la ilegalidad. Es un círculo virtuoso que comienza en el aula y fortalece a las familias, especialmente a las mujeres, que son el pilar de la vida comunitaria.

La escuela es una célula de resistencia: en las favelas, son las escuelas —y especialmente los maestros— quienes mantienen viva la llama de la ciudadanía bajo el fuego cruzado. Representan lo que el Estado no ha logrado ser: presencia, escucha y cuidado.

La elección no es entre la policía y la escuela.

Resulta asombroso lo rápido que el gobierno defiende las operaciones policiales y lo lento que defiende las escuelas. Río de Janeiro solo superará su duelo cuando comprenda que seguridad y educación no son opuestas, sino complementarias: la policía debe proteger el espacio donde las escuelas pueden prosperar.

Mientras el “Evangelio de la Bala” mantenga a Río aprisionada en su pasado más brutal, la Educación seguirá siendo el único proyecto capaz de rescatar lo humano de la ciudad y de devolverle el significado al título de “Ciudad Maravillosa”, no como un eslogan turístico, sino como una promesa de vida, justicia y dignidad para todos.

*Este es un artículo de opinión, responsabilidad del autor, y no refleja la opinión de Brasil 247.

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