Vista compleja
Lo que me preocupa son las víctimas civiles: trabajadores, amas de casa, adolescentes, niños.
Este es el título de un libro de un fotógrafo que vive en una comunidad periférica de Río de Janeiro. Analizar las tragedias que ocurren a diario en estas comunidades no puede hacerse desde una perspectiva puramente criminal o policial. Hace quince años escribí sobre la guerra en Río de Janeiro, durante la época de las tristemente célebres UPP (Unidades de Policía Pacificadora), cuyo objetivo era pacificar las comunidades. Desafortunadamente, la violencia, la delincuencia y la letalidad no han hecho más que aumentar. Esto significa que la estrategia empleada por las autoridades de Río fracasó o fue cómplice de esta situación.
Lo que me preocupa son las víctimas civiles: trabajadores, amas de casa, adolescentes, niños. En resumen, personas inocentes que mueren o no pueden vivir en paz debido a la creciente violencia entre la policía de Río de Janeiro y aquellos a quienes se les denomina genéricamente "sospechosos", especialmente cuando son eliminados. Los héroes y los villanos.
Esta narrativa resulta muy conveniente para un gobierno impotente para controlar el crimen organizado en el estado de Río de Janeiro, y las víctimas son precisamente los inocentes, a menudo etiquetados como delincuentes o sospechosos, mientras que los cabecillas del crimen organizado escapan impunes, preparándose para nuevos enfrentamientos con la policía o extorsionando a los residentes de las comunidades. Una triste realidad es ineludible: la debilidad o la indulgencia de las autoridades locales.
El camino es, pues, masacre, matanza generalizada. La imagen de los vecinos buscando los cuerpos de las víctimas en el bosque, sin la presencia del Estado, de los servicios forenses ni de los médicos forenses, solo denota indiferencia o desinterés por las consecuencias de la masacre. El escaso valor que se le da a la vida de la gente común. Ausencia del Estado o una política de alta letalidad en detrimento de otras formas de afrontar el crimen.
*Este es un artículo de opinión, responsabilidad del autor, y no refleja la opinión de Brasil 247.



